lunes, 14 de diciembre de 2015

El dolor de verte siendo de otro

Untitled

Elegír dejarte es no saber exactamente que sentir, alivio, coraje; me sentí solo, creo que hasta ahora no sabía lo que era sentirse así. Con lo poco que necesitaba y dos maletas llenas de mentiras y recuerdos tuyos tomé aquel vuelo sólo de ida.

Es llegar y querer empezar de nuevo con tú/mí equipaje, sentir que llevo ya dos mil kilómetros de recuerdos tuyos  y tres horas de echarte de menos.

Te encuentro en cada semáforo,  tengo el corazón roto, los ojos rojos de tanto llorar(te) y la ansiedad de saberte se me sale de los bolsillos. Es no querer mirar atrás, te amo con o sin mentiras, te quiero a ti y me importa un carajo tus errores. Todo me sabe a nada si no siento tus caricias.

Imagino que te olvido, he fracasado, lo intento de nuevo, he dejado de intentarlo. Te echo tanto de menos que no quiero habitar una cama donde tú me faltes. Nunca he entendido muy bien como dos extraños dejan de serlo.

¿Qué siento?
Que me cuesta respirar.
Que me tiemblan las piernas.
No he podido sacarte de mí cabeza.
Tú ceño fruncido.
No lo entiendo.
Cuando subo al coche me acuerdo de ti.
Siempre he sido más de ti que de mí.
Lo que tienes tú es un pedazo de mí
Y te lo has quedado.
Odio estas malditas noches.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

ZDfd5421-X

Y sí,
te quería,
no sabía como,
ni siquiera porque,
pero lo hacia.

Te necesitaba a todas horas,
a ti,
a tus palabras,
necesitaba tu mundo porque completaba el mío.


Natalia Lafourcade - Hasta la Raíz

jueves, 27 de febrero de 2014

Tanto miedo a olvidar

Sin título

Lo suyo era una adicción al drama, la búsqueda del amor le había llevado a una insatisfacción como de quien nunca ha tenido nada.

Los ojos rojos de tanto llorar por la noches, aferrándose a la barra del autobús, imaginando que era Él a quien apretaba con todas sus fuerzas, imaginando ir a su lado, con la cabeza recargada en su hombro susurrándole te quieros, pero la frialdad con que había despertado esa mañana le recordaba que hacía meses Él ya no dormía en esa cama.

Vivían cuando los demás dormían, "que se joda quien no quiso todo esto y no lo tuvo", le decía mientras sus manos deseosas le recorrían el cuerpo tras aquel callejón que tantas veces había sido testigo de aquellos gemidos que solían terminar en un te amo.

Te quiero porque estas en mi cabeza, pero no en mi almohada, porque nunca sabrás que eres remitente de estas palabras. Me ves desnudo ante ti, y no hablo de ropa. Te quiero por que aun no puedo querer, quiero que me sanes, te quiero y no quiero, porque no te quiero doler y sé que no te voy a tener... le había tomado meses escribir aquel mensaje, los mismos meses que llevaba drogándose en pisos de extranjeros, con una botella en mano y en la otra apagando el móvil para no mandarle aquel mensaje estúpido con un te necesito como punto final.


-Tanto miedo a olvidar, y a veces, es lo único que busco. 

viernes, 29 de noviembre de 2013

Debiste haber llegado.

Sin título
Esta vez me tocó a mí entrar en aquel bar, me encendí un cigarrillo y fui directo a la barra por el mejor tequila. Desde ahí tenía la mejor vista, te quería ver fingir mi búsqueda, que preguntaras mi nombre y me invitaras algún trago, poco después llevarme con engaños al aseo del bar, a tu piso (el coco's room), o al mío tal vez. No llegarías, eso lo supe siempre, me he y me has decepcionado, cuanto más me jodes, más te espero. Debiste haber cometido un error, llegar conmigo ésta noche. 

Foto de  Bianca
Until the Ribbon Breaks - Romeo


                                                                                                                     

lunes, 11 de noviembre de 2013

Día 315. Si tanto me miras ¿Por qué no eres capaz de hablarme?


He notado que me miras cada vez que nos encontramos, fijas en mí tu mirada y yo hago como que no me doy cuenta, te veo llegar cada viernes por la noche y ya me he aprendido tu rutina, te quitas la chaqueta, enciendes un cigarrillo y te adueñas de la mesa de siempre, la de la esquina; cada que me acerco me evades con la misma mirada con la que me buscas. Tengo una fijación por tu boca, la misma que besa dos o tres pares de labios por la noche, pero que ninguno de ellos es mío. Mi  boca no te pertenece, ni la tuya a mí, pero el gesto, que ya es costumbre, un vicio, de morderte el labio cada vez que me buscas; ese mismo gesto que me despierta de madrugada solo en mi cama, sin ti; ¿me perteneces? Sí es así, entonces ya no solo me mires, búscame, bésame, muerde mis labios.